El Cuervo Blanco.

Bael se sentía bien ese día, pero lamentaba que finalmente el hechizo hubiese terminado de servir hasta ahora. Ya habían pasado cuatro días desde que Xenos le dio aquella moneda, y hasta ahora su cuerpo logró estar completamente adaptado a el hechizo.

Ya había terminado de grabar, se sentía levemente adolorido, pero por suerte no hubo muchas escenas de riesgo y en el set siempre procuraban tomar todas las medidas necesarias para su seguridad.

Estaba de camino a casa, donde seguramente Mari le esperaba, y quizás con la comida lista ---ya que ella se ofreció a cocinar esta vez, cosa que era un poco rara---. Así que, sentía que había tenido un excelente día. Ni siquiera había visto a Valentine o a Xenos, así que tampoco había demonios arruinándole el día.

- Pareces contento - Dice apareciendo de la nada tomando un jugo - ¿Sucedió algo bueno? - pregunta como si nada sonriente sin preocupación alguna metiéndose a su casa como si nada.

Había tenido un día decente, sin grandes trabajos y problemas. Su madre, quien era su linda jefa que le mandaba clientes, no le había dado ningún trabajo por ahora.

Se quedo en casa viendo una novela visual de brujas. Amaba a las brujas, quizá por eso quería estar cerca de Mari, aunque ella lamentablemente no era como las de esa novela. Fuertes, crueles y sádicas.

Cuando termino finalmente, guardo la información y fue a cambiarse de ropa para poder salir y ver que hacer. Tomo una blusa negra, encima una chaqueta con la imagen de la Parca y unos pantalones comunes.

Estaba caminando cerca de la casa de Mari, no para verla a ella, sino buscando diversión, que le había mucha falta esa noche y a lo lejos identifico a el padre pervertido y senil de Bael junto a cierto demonio de personalidad despreocupada, Xenos.

Bael sintió que le cayó un balde de agua fría. No, no, no, ¡no ellos! ¡No cuando ese día había sido particularmente bueno!

Se asustó tanto de verlos que hizo aparecer un patito de hule, se los arrojó como si se tratara de algún poderoso proyectil y salió corriendo, adentrándose a un callejón oscuro, a esas horas de la tarde, casi noche.

Agarra al patito de hule.

-La temible arma bélica de la familia Kageshi - Dijo dando una risa ante las poderosas armas de la familia Kageshi.

No pudo evitar soltar una carcajada que se podía escuchar hasta la otra ciudad.

Se acerco a Xenos, y aun riendo a penas si pudo sacar la voz, incluso se apoyo en el aun riendo, no podía parar ¿Eso era un brujo? ¡Por favor! Daba pena, corriendo de una pequeña demonio así.

Bael decidió aprovechar que nadie lo veía para sacar su varita y usar un hechizo para aparecer en su casa. Sólo esperaba que no lo siguieran.

Tomo sin permiso el patito de hule de las manos de Xenos y lo observo aun riendo, pero calmándose de a poco.

-C-creo que no le agradan las visitas-Aun entre risas, lo encontró demasiado ridículo como para no tirarse a reír.

-Awww y yo que quería pasar tiempo de calidad con el - Dijo dando unas pequeñas risas también riéndose por el patito.

Y notó que... apareció apenas un metro de donde estaba parado antes. Miró la hora, ya eran las ocho de la noche.

---Rayos, el toque de queda ---maldijo, bastante estresado.

Las ocho de la noches, santísima hora de las almas. Quienes van a ser juzgados teman de esta hora.

- A ver, ¿quiénes son los afortunados de hoy?- Susurra la shinigami, paseándose tan tranquilamente por donde el viento sopla. En medio del momento, una víctima ya tenia su contador el cero.- Stelly Farron.- Leyó el nombre, mientras seguía a la chica cerca de un callejón.

Dejo un momento de apoyarse en Xenos cuando su risa se detuvo. Sentía la suave brisa contra ella, y la noche le encantaba de sobre manera, pero no había mucha gente con la cual ''jugar''

A veces se sentía como un gato, jugaba con su presa matándola en el proceso, y le encantaba eso, ver sus llantos y su miedo a flor de piel, pidiendo clemencia por ellos y por sus familias.

Avanzo un poco y desde lejos podía sentir la presencia de la otra Shinigami de la ciudad. Se veía que no tendrían la mejor relación y como siempre tan amable... Le gustaba molestar a la gente, pensó en encontrarla y arruinarle algo el día, sacando una sonrisa ligera de sus labios de solo pensar en las palabras de odio que le diría la Shinigami y que a ella con suerte le afectarían.

Bael suspiró y trató de ver cómo podía salir de ahí. Fue al otro extremo del callejón y vio a su alrededor.

-Hola ¿Me buscabas acaso? Sabia me querías - Dijo bastante divertido apareciendo frente a Bael.

La victima sabia que la seguían, creyó que era conveniente entrar en ese mismo callejón donde hay un par de personas... Mala elección.

-Tsk...-Soltó ese sonido de molestia, no por tener que seguirla, si no por las molestias en el callejón. La demonio prostituta, el otro demonio que parece estar enfermo, y el viejo senil, el cual tiene ganas de atinarle un buen golpe en la entre pierna.

Bael se sentía acorralado, encima, sintió otra presencia sobrenatural más. No sabía qué hacer, no podía hacer mucho con el toque de queda que el Consejo de Brujería le había puesto por ser anteriormente brujo oscuro.

---Xenos, no es buen momento. Tengo que regresar a casa pronto, no puedo... jugar contigo--- dijo, levemente molesto ante su presencia.

Ella no pudo evitar ir con Bael, le sacaba una hermosa sonrisa el torturar a alguien con su sola presencia, no podía evitarlo.

-Hola, viejo senil que le toca el trasero a mi madre-Si, tampoco podía evitar recordar ese acontecimiento.

--- ¡Ese fue un accidente, lo juro!

-Awwww vamos no seas aburrido - Dijo con tristeza fingida viendo Bael quería irse - Y ¿Volviendo a manosear mujeres? Cielos eres todo un desesperado ¿No Bal? - Dijo reprimiéndolo entre risas apodándolo Bal.

Bael lo sabía, su día casi perfecto había sido arruinado.

Con un tono burlón agrego:

-Es que para saciarse depende de ''accidentes'' Y aun recuerdo como mi madre le sorprendió-Dijo terminando con una risa.

Rie bastante ante ese comentario.

- Y hablando del diablo creo deberías cuidarte de cierta chica que te dio la cachetada mas fuerte... de la semana - Dice dando pequeñas risas indicando a Blue.

Antes de decir algo, llega a la parte más oscura del callejón, no puede verse nada pero si escuchar lo que sucede. Tres disparos y un grito. Al momento unas manchas de sangre se ven salir de las sombras.

Paso sobre charco, paso sobre charco, otro paso más... Un rostro completamente frío se asoma por las sombras, tan frío como la sangre que lo adorna.

-Ni se les ocurra abrir la boca.- Advirtió seria, al ver a sus espectadores.

-La shinigami mojigata- Dijo entre risas y claro, su madre no lo golpeo hizo algo mejor, humillarlo de pies a cabeza.

Miro a Blue y luego a Bael recordando esa escena tan graciosa que vio ese día.

Bael al verla cubierta de sangre, aunque no la reconoció, sacó su varita.

---¿Q- qué eres?